Casos Prácticos: "Interrupción de Ponencias"


Lo que No se debe hacer

Uno de las grandes preocupaciones de quienes realizamos ponencias es saber actuar ante situaciones adversas mientras hablamos al público asistente.
Por eso les traigo aquí unos ejemplos que expuse en el último curso de Expresión Oral Eficaz, sobre la mejor manera de actuar en caso de ser interrumpidos en nuestra exposición. ¿Qué hacer o cómo comportarnos?
El primer caso se trata de un vídeo sobre una conferencia del Sr. Ben Shapiro en noviembre de 2016, en la Universidad Madison de Wisconsin (EEUU), organizada por la Fundación de Jóvenes Americanos (YAF) en el cual, se observa como a los pocos minutos de empezar su exposición, varias personas del público de levantan de forma coordinada y comienzan a gritar consignas que interrumpen la exposición del ponente.


Sin entrar a valorar los argumentos del discurso de este ponente, el ejercicio consistió en valorar su reacción y las herramientas que utilizó para mantener el orden con el objetivo de continuar su exposición. Esto generó un interesante debate entre todos los miembros de la clase, de cuyas conclusiones les resumo a continuación.
En primer lugar, se valora positivamente la respuesta del ponente en cuanto a no solicitar la actuación de la policía o de los miembros de la seguridad presentes, en un ejemplo de control de la situación, justificado por la Ley que se aplica en EEUU ante la colisión de un mismo derecho en dos personas diferentes dentro de un mismo espacio público como es la Universidad, que muy probablemente hubiera obligado a la clausura del evento.
Pero cuestión diferente son sus comentarios jocosos, los cuales le hicieron perder credibilidad, aun existiendo complicidad por parte de los asistentes que recriminaban la interrupción a la vez que reían las gracias al ponente.
A medida que las interrupciones se repetían, se aprecia una postura cada vez más irritada del ponente, intercalándose, por su parte, expresiones dialogantes con comentarios de burla hacia quienes no le permiten ejercer su derecho a expresar sus opiniones, para terminar escribiendo un insulto en la pizarra.
Esta continuidad en las interrupciones originó la entrada de opiniones, en contra de los manifestantes, expresadas por los propios asistentes que querían escuchar al ponente. Lo que se entiende como una sinergia entre las creencias de la audiencia y los ideales del ponente, pero que genera también un aumento de la tensión emocional de los presentes, ya que los manifestantes continuaban en la sala y por tanto seguían interrumpiendo de forma intermitente, hasta el punto de colocarse delante del ponente, en un claro ejemplo por pasar a un primer plano sus manifestaciones.
Es aquí cuando el control de la exposición se ha perdido por completo, pasando de una exposición oral a una manifestación improvisada, con enfrentamiento verbal incluido, de dos colectivos; los propios manifestantes y el público asistente, donde cada uno coreaba sus consignas a gritos.
Esta situación sin control, no suele tener un pronóstico claro y mucho menos un desenlace previsible, pudiendo evolucionar hacia diferentes derroteros, por lo que el ponente tiene la responsabilidad inicial, de no fomentar y mucho menos incrementar la tensión tal y como hizo el ponente en esta ocasión, sobre todo a la salida de los manifestantes, donde los gestos finales del ponente, son un claro ejemplo de lo que no se debe hacer.


Lo que Sí se puede hacer

Este es otro ejemplo que expuse en el último curso de Expresión Oral Eficaz, sobre la mejor manera de actuar en caso de ser interrumpidos en nuestra exposición.
En este caso la conferencia es del Sr. Sr. José Antonio Kast en 2018, en una Universidad de Chile que fue interrumpida por un miembro del público.
Sin entrar a valorar los argumentos del discurso de este ponente, el ejercicio consistió en valorar su reacción y las herramientas que utilizó para mantener el orden con el objetivo de continuar su exposición. Esto generó un interesante debate entre todos los miembros de la clase, de cuyas conclusiones les resumo a continuación.
Como aspecto positivo, se valora el talante del ponente en cuanto a no censurar en ningún momento la palabra de quien le interrumpe, siendo muy acertado el ofrecimiento que le hace para que suba a la tarima y debata con él sus argumentos, en ambiente de respeto y cordialidad. Cuestión que parece ser aceptada en un principio por este joven, pero que rápidamente la desecha ante la presumible falta de planificación.
Es esta actitud la que deja al oponente sin argumentos para seguir interrumpiendo nuestra ponencia, ya que él no la trae preparada y el ponente si. Por tanto, no perdemos nada por ceder esos minutos de gloria para quien defiende sus ideales, pero sin argumentos que lo sostengan.
Cuestión diferente sería la acción de grabar la acción con su propio móvil, lo cual no se entiende ante la presencia de otras cámaras que ya registraban el evento, pero que probablemente podría tratarse de un intento por reforzar su respuesta y su posición respecto de quien le interrumpe.
En cualquier caso, esta respuesta es mucho más comedida y acertada que la ofrecida por Ben Shapiro, sin sus comentarios jocosos, los cuales le hicieron perder credibilidad.
En este caso no se aprecia complicidad por parte del público asistente hacia quien interrumpe, pero tampoco hacia el ponente, por ello es muy importante que la respuesta de un ponente sea lo mas respetuosa posible en ambos sentidos, no buscando la complicidad del público asistente para reforzar nuestros argumentos o incrementar nuestro victimismo por haber sido interrumpido. Se trata más bien de mantener un equilibrio que permita desahogar la tensión de quien interrumpe sin permitir que tus argumentos o ideales puedan ser expresados.
Es necesario recordar que este tipo de situaciones sin control, no suelen tener un pronóstico claro y mucho menos un desenlace previsible, pero aumentar la tensión es uno de los errores clásicos que cometen muchos ponentes cuando se ven sorprendidos por este tipo de interrupciones.